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Y llegaron los bárbaros

Editorial La Revista Agraria 191

El número 191 de la Revista Agraria estaba por aparecer cuando se dio el golpe parlamentario que ha vacado al presidente Vizcarra. Esto me obliga a cambiar el editorial que llamaba la atención sobre la urgente necesidad de que el gobierno designe a una comisión de emergencia para atender la cuestión alimentaria, una comisión pluralista, con participación de los sectores público, privado y de la sociedad civil, que haga un seguimiento continuo sobre la situación alimentaria de la población y la progresión de la campaña agrícola en marcha.

Pero el golpe perpetrado por el Congreso hace casi inútil el reclamo a la creación de tan necesaria comisión, pues no hay nada más lejano al gobierno ilegítimo que está en el poder que atender las necesidades de la población. No han usurpado el poder para aplicar una estrategia más eficaz en la lucha contra la pandemia. No lo han usurpado para atender a las necesidades de los pequeños agricultores que tratan de sacar esta campaña agrícola en medio de carencias. No lo han usurpado para garantizar la educación de niños y jóvenes que no pueden asistir a sus instituciones; ni para mejorar la calidad educativa, pues los golpistas solo ven en la educación un motivo de lucro. Tampoco lo han usurpado para resistir las múltiples mafias dedicadas a la rapiña que depreda los recursos naturales. Ni, por supuesto, para moralizar la política –son decenas los congresistas con procesos judiciales en marcha que votaron por la vacancia. Ni para defender los derechos de las poblaciones marginadas, calificadas como vicuñas y guanacos nada menos que por el presidente del Consejo de Ministros. 

El gobierno ilegítimo está para deshacer los  avances logrados para que los jóvenes accedan a una educación de calidad; para continuar con el debilitamiento de las normas ambientales y favorecer a las mafias mineras informales que depredan los bosques; para proteger a los piratas del transporte público degradando aún más la calidad de vida de sus usuarios; para erosionar la decencia que aún queda de las instituciones públicas; para envilecer aún más los comportamientos políticos; para ignorar o desconocer los derechos conquistados por las minorías étnicas y de género; para disponer de los recursos públicos en provecho personal y de grupo. 

Para que, al final de cuentas, la corrupción y la impunidad sean la nueva normalidad; para que el abuso de poder no tenga  restricciones; para que no haya contrapesos entre los poderes del Estado; para que los ciudadanos y ciudadanas tengan menos derechos; para que la justicia se rinda ante la codicia. Para todo esto se ha dado el golpe. Para regresar a la barbarie.

Felizmente, el pueblo peruano no es bárbaro. Sabrá responder.

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