Fernando Eguren

La pandemia y la actual campaña agrícola

Por Fernando Eguren*

Introducción

El Covid 19 ha afectado múltiples dimensiones de la vida social y económica, y lo seguirá haciendo. Una de ellas es la cuestión alimentaria. Esta incluye la disponibilidad de alimentos nutritivos a lo largo y ancho del país y su acceso estable por toda la población. 

Las primeras manifestaciones de la pandemia sobre la cuestión alimentaria fueron casi inmediatas: una gran cantidad de la población, sobre todo urbana, quedó con ingresos económicos mermados o, directamente, sin ingresos. Las cifras no pueden ser más elocuentes: entre el último trimestre (octubre-diciembre) del año 2019, y el trimestre abril-junio del 2020 (en plena pandemia), en las áreas urbanas el empleo se redujo en un 45% (6.4 millones de empleo menos), mientras que en las rurales en cerca del 9% (346 mil empleos menos). La situación fue más grave para la población urbana pues, en la ciudad, la única manera de acceder a alimentos es comprándolos; la población rural, en cambio, puede consumir directamente al menos parte de los alimentos que produce. La entrega de bonos por el Estado, tanto en el campo como en la ciudad, constituyen apenas un alivio temporal. 

La población urbana desempleada reaccionó de distintas maneras. Por un lado, con ollas comunes y reactivando los comedores populares, casi invariablemente a cargo de las mujeres. Por otro, migrando a sus lugares de origen o buscando ingresos, por magros que fueran, con actividades informales, y consumiendo alimentos baratos, aunque menos nutritivos. 

Con la prolongación de la pandemia algunos sectores poblacionales habrán recuperado parcialmente su capacidad de compra, pero, en general, hay un muy grave problema de acceso a una buena alimentación, que se mantiene. Esta situación durará mientras la economía no se recupere -nadie sabe cuánto tiempo tomará esta recuperación, menos en medio de una crisis política que se torna crónica. No olvidemos, sin embargo, que antes de la pandemia ya había un elevado porcentaje de la población con problemas de nutrición, ya sea por carencia (varias formas de desnutrición) o por malnutrición (sobrepeso y obesidad). 

AP Foto/Martin Mejia

También desde el inicio de la pandemia se presentaron problemas de distribución de productos agrícolas y de insumos, debido a las dificultades de transporte ocasionados tanto por las medidas gubernamentales (cuarentena, restricciones a la circulación, cumplimiento de protocolos) como a limitaciones a la circulación establecidas por la propia población en sus localidades, en cautela de su propia salud. Estas dificultades del transporte se sumaron al mencionado estrechamiento de la demanda por la reducción de los ingresos y también por el cierre de restaurantes, en perjuicio de los ingresos de los agricultores. 

“Con la prolongación de la pandemia algunos sectores poblacionales habrán recuperado parcialmente su capacidad de compra, pero, en general, hay un muy grave problema de acceso a una buena alimentación”

No obstante, durante los primeros meses de la pandemia las ciudades estuvieron regularmente abastecidas de alimentos, en buena medida por los resultados positivos de la campaña agrícola 2019-2020. El ritmo de importaciones de alimentos, en general se mantuvo, con una moderada tendencia a aumentar. La mayor parte de estas importaciones son insumos para la industria alimentaria nacional (molinería de trigo, alimentos balanceados, oleaginosas, industrias avícola y láctea), cuya importancia para la seguridad alimentaria del país no debe ser ignorada. La industria alimentaria continuó abasteciendo el mercado en condiciones más o menos normales, a excepción de la industria avícola, que es la principal fuente de proteínas animales de la población, que tuvo un bajón.

La nueva campaña agrícola

Una de las preocupaciones, en el ámbito del abastecimiento de alimentos, ha sido cómo se presentaría el nuevo año agrícola, que se inicia en agosto de cada año, para culminar en julio del año siguiente. De los resultados de esa campaña dependería el abastecimiento de alimentos en el último trimestre del 2020 y en el primer semestre de este año 2021. Dada la reducción de ingresos de los productores, debido al agostamiento de la demanda de alimentos por las razones ya expuestas, testimonios han dado cuenta de que, para poder subsistir y afrontar el inicio de la nueva campaña agrícola, los productores debieron de descapitalizarse, vendiendo sobre todo su ganado o alimentándose con parte de la producción que estaba destinada a semillas. Cabría hacer un estimado cuantificando la magnitud de esta descapitalización.

El gobierno dictó, como una medida para apoyar el financiamiento de la nueva campaña agrícola, el Programa FAEM, gracias al cual el Estado avalaba, ante una entidad financiera formal, los préstamos otorgados a los productores. Este Programa fracasó, entre otras razones, por el poco interés de las entidades financieras de participar en él, por las exigencias administrativas que obstaculizaron el acceso a los créditos y por la escasa cultura crediticia de los propios productores, particularmente de los pequeños. Después de todo, el censo nacional agropecuario del año 2012 registró que apenas uno de cada diez productores recibía crédito.

“De los resultados de la anterior campaña dependería el abastecimiento de alimentos en el último trimestre del 2020 y en el primer semestre de este año 2021”

Con estos antecedentes tan adversos, era razonable prever que la campaña agrícola iniciada en agosto del 2020 caería, y que sus consecuencias para el abastecimiento de alimentos podrían ser dramáticas. También era razonable anticipar que, como compensación, el incremento de las importaciones de alimentos se elevaría significativamente.

Pero la información más reciente prestada por el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) parecen indicar una situación distinta.

Foto: Difusión

Los avances de siembra

Regularmente el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) informa sobre los avances de siembra de los cultivos. Si comparamos los avances de los principales 27 cultivos en los primeros siete meses de la campaña 2020-2021 (agosto – febrero), en pleno Covid-19, con el mismo período de la campaña anterior, 2019-2020, que fue un año normal, podrá apreciarse que no hubo prácticamente cambios, como se aprecia en la tabla 1.

Tabla 1. Avance de siembras

(27 cultivos)

Agosto – febreroHectáreas
2019 – 2020 1 554 284
2020 – 20211 559 890
Diferencia5 605 (+ 0.4%)
Fuente: Midagri. https://cutt.ly/7vU3qzs

El Midagri hace un monitoreo más detenido de seis cultivos: arroz, papa, maíz amarillo duro, maíz amiláceo, maíz choclo y quinua. Salvo el maíz amarillo duro, que es el principal insumo de la industria de alimentos balanceados usados en la producción avícola, los demás cultivos son de consumo humano directo. En la tabla 2 se muestran los avances de siembra realizados de estos seis cultivos entre agosto y febrero de la actual campaña, y se comparan con el promedio de los avances de siembra de ese mismo período de los últimos cinco años. Se observa que la siembra de tres cultivos -papa, maíz choclo y quinua- superó las campañas anteriores, y lo contrario ocurrió con otros tres: maíz amarillo duro, maíz amiláceo, y sobre todo arroz (tabla 2). Pero las diferencias no fueron notables.  

Tabla 2. Avance de siembras

Período agosto – febrero

(6 cultivos)

CultivosAgosto – febrero: promedio 5 campañas agrícolas (2015-2020)Agosto – febrero2020 – 2021Diferencia
Arroz298.543288.824– 9.719
Papa263.495274.09210.597
Maíz amarillo duro181.767172.594-9.173
Maíz amiláceo203.977197.572-6.406
Maíz choclo31.44034.7613.320
Quinua66.59369.6373.044
Total nacional1.045.8151.037.478-8.337
Fuente: MIDAGRI-DGESEP-DEIA. En Midagri. Campaña agrícola 2020 – 2021. Dirección de Estudios Económicos. Dirección General de Políticas Agrarias.  (P.5)

“Es posible que los avances de siembra sean, en general, normales, pero que los rendimientos por hectárea hayan sido menores que en años anteriores y, por lo tanto, la producción sea menor… Si es así, puede haber problemas en el abastecimiento de alimentos”

Vale la pena anotar que el papel de la agricultura familiar en mantener las áreas sembradas es fundamental. Según el IV Censo Nacional Agropecuario, realizado el año 2012, el 60% del área dedicada a estos cultivos son producidos por agricultores con predios menores a las 20 hectáreas de extensión; la mayoría corresponde, pues, a la agricultura familiar (gráfico 1). 

Fuente: Elaboración a partir del IV Cenagro, 2012

En conclusión, el impacto de la pandemia sobre los avances de siembra no ha sido significativo. Esta constatación se extiende a otros países de la región. Lo confirman la FAO y la CEPAL en un documento conjunto: “…el sector agroalimentario no ha dejado de operar, ha sido el menos golpeado por la crisis y sigue siendo importante en la generación de empleo en la región”.[1]

Pero aquí no acaba la historia

Es posible que los avances de siembra sean, en general, normales, pero que los rendimientos por hectárea hayan sido menores que en años anteriores y, por lo tanto, la producción sea menor. En efecto, la reducción de los ingresos de los agricultores (por la baja de los precios de los alimentos en los primeros meses, y las dificultades de transporte ya mencionadas) pueden haber limitado su capacidad de adquirir la cantidad y calidad de insumos suficientes (semillas, fertilizantes, insecticidas, pesticidas) para lograr mayores rendimientos. Si es así, puede haber problemas en el abastecimiento de alimentos.

Tampoco se conoce con precisión, aunque hay indicios, de que muchos productores han tenido que descapitalizarse para poder financiar su campaña o, como advierte la FAO, han comprometido las ganancias del siguiente período productivo[2]. Del orden de magnitud de este proceso de descapitalización puede depender las variaciones en la incidencia de la pobreza de los productores, la viabilidad de la próxima campaña agrícola, que se iniciará el próximo mes de agosto, y la propia seguridad alimentaria de sus familias. 

Pareciera que el gobierno ha perdido toda iniciativa en dar respuesta a estos problemas. Tampoco la continuación de la crisis política y el desenlace final de la segunda vuelta electoral, cual fuere este, permiten avizorar un escenario favorable para la siguiente campaña. 


* Presidente del CEPES y director de La Revista Agraria

[1] FAO-CEPAL (26 de agosto 2020). Sistemas alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe: Medidas de financiamiento para superar la crisis. Boletín N° 13. Pág. 2. https://cutt.ly/VvvyaxI

[2] Ibid. 

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