Por Jonathan Terranova │ Contenido original de Semana Económica

La inflación de alimentos sigue a doble dígito. Y los posibles choques de oferta de los próximos meses podrían ralentizar aun más su descenso.
El lento descenso de la inflación de alimentos —comparado con el de la inflación general— podría desacelerarse aun más en los próximos meses. Subidas de precios como la registrada recientemente en el precio del limón podrían replicarse en otros cultivos, a causa de un Fenómeno El Niño (FEN) cuya intensidad sería mayor de la esperada.
La inflación de los alimentos en el 2023 todavía sigue presionada al alza. Su resultado acumulado es de 7.3% hasta agosto, de acuerdo con cifras del INEI. Se trata del rubro con la variación más alta en el año, por encima de transporte (0.01%) y el dato general (3.3%). Su registro a doce meses se ubica en 11.5%, muy por encima de la inflación total (5.58%). “Podríamos seguir viendo un descenso lento de la inflación de alimentos. Probablemente siga en los dos dígitos o cerca de este umbral”, advierte Stephani Maita, economista de Macroconsult.
Las movilizaciones de inicio de año en las regiones del sur han impactado en la actividad agrícola de todo el 1S23 y también en el transporte de insumos. Esta situación se vio reflejada en cultivos como la papa, particularmente en Puno. También influyeron el ciclón Yaku y el FEN costero. Y productos como el limón, además, fueron afectados por factores estacionales. “A lo largo del 1S23 e incluso hoy, estamos viendo el efecto de todos estos factores de manera acumulada. De ahí la divergencia con el comportamiento de la inflación total”, explica Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital.
A ello se suma la escasez de fertilizantes del 2022, que hasta hoy todavía genera efectos rezagados en los precios, y las sequías del 2022, que redujeron la productividad agrícola para esta temporada. “Algunas áreas se vieron reducidas durante este año. Esto ha pasado, en parte, por el acceso restringido a insumos agropecuarios en el 2022”, agrega Velandia.
Ahora, el alza en el precio de los combustibles amenaza con convertirse en otro factor de incidencia sobre los precios de alimentos, ya que aumentaría el costo del transporte. En los últimos meses, el precio del petróleo ha superado los US$90 por barril en el caso del Brent, cifras no vistas desde el año pasado. “Perú es importador neto de combustibles. Los mayores precios podrían verse reflejados en los alimentos”, sostiene Maita.
Bajo este escenario, la perspectiva de futuro para los precios de los alimentos no sea vislumbra alentadora. El déficit hídrico en el sur y las altas temperaturas en el norte seguirían generando desabastecimiento de bienes básicos como el limón o la cebolla. Y, entre los principales productos que verían una caída en su producción anual, estarían la papa(-8%) y el arroz (-2.5%), según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego. “La presencia de El Niño genera que la sierra sur sea más seca de lo que suele ser. La producción de papa o cebolla son sensibles a esto”, argumenta Maita.
Un alto nivel de intensidad del FEN podría ocasionar que la caída de la inflación de los alimentos se demore aun más. “La producción en el norte sufrió por los cambios de temperatura y esto se ha visto en el limón. En noviembre o diciembre se podría normalizar la situación, pero estará sujeta al impacto del FEN”, apunta Beatriz Salazar, Coordinadora del Programa de Cambio Climático del Cepes.
De forma progresiva, el ENFEN ha venido asignando mayores probabilidades a los escenarios de un Niño con mayor intensidad. A diferencia de algunos meses atrás, ahora proyecta condiciones fuertes hasta enero del 2024 para el FEN costero y moderadas para El Niño Global, en el verano del siguiente año. El Niño tiene un impacto marcado entre noviembre y marzo por las mayores precipitaciones, que se presentan durante esos meses. “Para el 2024, el FEN es el principal riesgo”, concluye Velandia.
