Actualidad Autores Miguel Pintado Prensa

Pobreza monetaria: casi un millón más de peruanos habrían caído en la pobreza en el 2023

Nota original de Semana Económica | participación de Miguel Pintado, investigador principal en CEPES.

A la espera de la inminente publicación de las cifras oficiales, todo apunta a que en el 2023 la pobreza monetaria siguió en aumento. Y las perspectivas para el 2024 son apenas un poco mejores.

Por Marco Alva Pino | 4 de mayo de 2024

Las cifras oficiales que el INEI publicará en los próximos días confirmarían lo que ya varias proyecciones adelantan: que la pobreza volvió a incrementarse durante el 2023 en el Perú. Sería el segundo año consecutivo en el que se incrementa el porcentaje de la población peruana que no logra cubrir con sus ingresos el costo de la canasta básica. En el 2022, el indicador de pobreza monetaria subió a 27.5%, mientras que para el 2023 se espera que esta se ubique entre 28.5% y 31%.

Así, los indicadores de pobreza se acercarían a los niveles alcanzados en el 2020, durante el momento más duro de la pandemia del Covid-19. Las principales causas de este deterioro serían factores como la contracción de la economía, la persistencia de una alta inflación a lo largo de buena parte del 2023, la débil recuperación del empleo formal y la ausencia de políticas públicas eficaces.

Mal augurio

Las proyecciones no son positivas. El BBVA estima que en el 2023 la población en situación de pobreza monetaria llegó a 29.1% (alrededor de 9.8 millones de personas). Para el Instituto Peruano de Economía (IPE) y el Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), el porcentaje de pobres se ubicaría alrededor de 30%; es decir, unos 10 millones de peruanos. Se trata de casi un millón más que en el 2022.

Este deterioro de la capacidad de consumo de las familias peruanas se produjo, además, en un contexto de constante precarización del mercado laboral. “La cantidad de empleos se viene recuperando, pero no sucede lo mismo con su calidad, en términos de ingresos y horas trabajadas”, afirma Fernando Gonzales, economista senior del IPE. Los datos del BCR, en efecto, muestran que el empleo formal privado se viene desacelerando desde marzo del 2023 y en los primeros meses del 2024 su crecimiento fue nulo.

En el 2023, el PBI disminuyó 0.6%, con caídas fuertes en los sectores pesca, construcción y agropecuario. Por el lado de la inflación, si bien convergió al rango meta del BCR hacia finales del año (3.24%), esta se mantuvo por arriba de 6% hasta junio y fue especialmente alta en la categoría alimentos. “La inflación es el peor impuesto para las personas en situación de pobreza; en particular, la alimentaria”, recuerda Carolina Trivelli, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) e integrante del Consejo Fiscal.

A la elevada inflación se sumó la rigidez en los precios de algunos productos de la canasta básica. Un ejemplo es el precio del pan, cuyo precio tiende a mantenerse elevado, a pesar de que los costos de producción se han reducido. Miguel Pintado, economista de Cepes, advierte que hoy las perspectivas en relación a la pobreza en la población rural, y especialmente en la población dedicada a labores agropecuarias, son negativas. Esto, debido a las sequías que afectaron al sur del país a fines del 2022 y a las inundaciones registradas en la costa norte durante el primer trimestre del 2023.

Debilidad urbana

Otra tendencia que se mantendría al alza es la de la pobreza urbana, que en 2022 ya había trepado hasta el 24.1%. “Eso es preocupante, porque concentra a la mayor parte de la población. No hay políticas específicas contra la pobreza urbana”, indica Javier Herrera, director de investigación del Instituto de Investigación para el Desarrollo. Al respecto, Trivelli apunta que medidas recientes como la liberación de fondos de las AFP y de la CTS no le sirven al sector pobre de la población, en la medida que este carezca de empleo formal.

En las ciudades, muchos emprendimientos han quebrado o no logran recuperarse aún del impacto de la pandemia, de la baja demanda y de la saturación del mercado. “Muchos informales han salido de la fuerza de trabajo. Los ingresos de sus hogares disminuyen y [en consecuencia] sube la pobreza”, agrega Herrera.

El avance de la pobreza en el país podría afectar la salud de las familias, generar mayor presión para que los jóvenes trabajen, en vez de estudiar, y reducir la resiliencia frente a eventos inesperados. También derivaría en más desigualdad, sobre todo en Lima, y agravaría los problemas de inseguridad ciudadana, según prevé Herrera.

Si bien para el 2024 el panorama es un poco más optimista, aún existen matices. BBVA estima que la pobreza seguiría subiendo ligeramente, hasta 29.4%. Y, aun bajo supuestos de detención o reducción, esta se mantendría en niveles mayores a los registrados antes de la pandemia (20%). “La situación debería mejorar, con una demanda interna más robusta, la inflación dentro del rango meta y la flexibilización de la política monetaria del BCR”, dice Gonzales. Pero hacer retroceder la pobreza de modo sostenido requerirá reformas estructurales. “La clave está en recuperar el mercado laboral, porque el empleo es la principal fuente de ingresos de las familias”, concluye el economista del IPE.

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