Por Laureano del Castillo, director ejecutivo de CEPES
Para la segunda vuelta electoral, el “Plan de Gobierno Perú al Bicentenario -Sin corrupción”, incluyó el planteamiento de la Segunda Reforma Agraria (SRA). En noviembre de 2021 se aprobó cinco lineamientos de la SRA. El cuarto apunta a generar seguridad hídrica e incrementar el desarrollo de infraestructura de riego de manera planificada y priorizada en el territorio, con enfoque de cuenca y respondiendo a la demanda, especialmente de la agricultura familiar. Además, el quinto lineamiento (Impulsar el cambio e innovación tecnológica, la promoción de servicios y fomento agrario y forestal) plantea “Fortalecer las organizaciones de usuarios de agua para riego a nivel nacional”. Si se quisiera medir el avance logrado en el cumplimiento de esos distintos compromisos deberíamos revisar las asignaciones consignadas en el Presupuesto de la República.
El economista Miguel Pintado explicaba que en el Presupuesto de 2023 la mayoría de proyectos se destina al aprovechamiento de recursos hídricos para uso agrario; sin embargo, se mantiene la misma estructura de gasto desde hace dos décadas, es decir no se reflejan las propuestas de la SRA. Pintado destaca que los rubros de riego absorben más del 50%, pero señala que se va a beneficiar más a los proyectos ubicados en la costa, como Lambayeque, Ica, La Libertad, por lo que apuntó a “un sesgo a la agricultura de exportación, la empresarial”, dejando de lado a la agricultura familiar. Como ejemplo, el Fondo Sierra Azul (cuyo objetivo es el incremento de la seguridad hídrica agraria, a través de la siembra y cosecha de agua en las áreas agrícolas y alto andinas), recibiría 28 millones de soles menos que este año. Estos datos nos permiten afirmar que hay una gran distancia entre el discurso (y los Lineamientos de la SRA) con lo que se viene haciendo y lo que se piensa hacer.
De acuerdo con el Censo Agropecuario realizado en 2012, el 63,8% de la superficie agrícola depende de la lluvia y está mayormente en la Sierra. Por ello, la región más afectada por la ausencia de lluvias será la Sierra. Si disminuye el caudal de los ríos que van hacia el Pacífico se afectará también la Costa, además de aumentar el riesgo de que las represas no logren almacenar el agua necesaria en la época de estío, cuando no hay lluvia. Ello explica por qué los agricultores y agricultoras en distintas zonas del país están tan preocupados por la falta de lluvia.
Así el panorama, resulta urgente atender a esta sequía, pues de ella dependen los cultivos y las crianzas (y nuestra provisión de alimentos), así como la industria, la minería, la generación de energía eléctrica y, por supuesto, el abastecimiento de las ciudades. Y esos temas requieren más atención que la que se le viene dando a la SRA.