Por Miguel Pintado
Como parte del programa de reactivación económica del país (a raíz del panorama económico internacional complejo y las persistentes presiones inflacionarias), el pasado 28 de febrero el gobierno aprobó el plan de reactivación del sector agrícola con un presupuesto de 1,070 millones de soles.
Luego de revisado el plan, destacan algunas ventajas importantes con respecto a iniciativas previas del sector. Lo más resaltante es que, en este caso, se cuenta con una transferencia directa desde el Ministerio de Economía (Reserva de contingencia) lo cual, además de sumar un presupuesto adicional del sector, permite cierta independencia tanto en los pliegos de gasto como en las obligaciones laborales de contratación.
Otra ventaja importante es el diseño estratégico del plan, pues no se limita a la inyección monetaria de los pliegos administrativos y programáticos, sino también al de los reguladores (ANA, SENASA, etc.). Además, dentro de su diseño se explicita las acciones descentralizadas, involucrando a varios departamentos para cada acción específica. Ello, evidentemente, favorece al fortalecimiento institucional y la capacidad de trabajo conjunto en el sector.
Por último, la orientación del plan es también un aspecto por relevar. Las medidas específicas incluidas en el plan (mantenimiento de infraestructura de riego, planes de negocio, inclusión financiera, competitividad agraria, implementación de mercados itinerantes, entre otras) apuntan claramente al empoderamiento del pequeño productor a través de la mejora de la productividad y competitividad del sector. En palabras de la ministra: “se trata de uno de los planes más ambiciosos, importantes y completos que se haya orientado a este sector”.
Como parte de un enfoque estructural y no solo asistencialista, este plan evidentemente es un importante punto de partida, pues se van fortaleciendo políticas orientadas a mejorar procesos de innovación y competitividad en el sector. El impulso a la pequeña agricultura del país, sin embargo, no debe limitarse a planes coyunturales, sino más bien al cambio estructural del propio presupuesto agrario que permita una atención más integral y justa a los diferentes tipos de agricultura en el país.